Si partimos de la premisa de que todo está en constante flujo, en constante cambio, en constante movimiento, cada día podemos decidir si tomamos el camino de la entropía o la neguentropía.
La entropía no es mas que la medida del desorden de un sistema termodinámico, y se caracteriza por tener niveles energéticos bajos.
Es la razón por la cual los platos sucios se apilan en la cocina si no le inyectamos energía al acto de fregar. Es la razón por la cual nuestra habitación tiende a desorganizarse si no le inyectamos energía a los actos de tender nuestra cama y organizar nuestra ropa.
En oposición a la entropía, la neguentropía, o entropía negativa, mide el orden de un sistema termodinámico.
Cuando entramos a una casa limpia, bien diseñada, donde todo luce estar en su debido lugar, podemos inferir que su nivel de neguentropía es alto.
Como el cuerpo humano es considerado un sistema termodinámico abierto, los conceptos de entropía y neguentropía se aplican perfectamente a la experiencia humana.
Como entidades libres y soberanas, cada momento podemos decidir tomar el camino de la entropía, o la neguentropía.